NOTA ORIGINAL: COMUNICACIÓN SOCIAL, CÁMARA DE DIPUTADOS
La
visión incompleta del vínculo urbano y la realidad rural se traduce en marcos
legales y diseño de políticas públicas sectoriales que no se articulan en el
territorio. Su fragmentación ocasiona que haya, al menos, 54 leyes que regulan
la vida rural.
En el
documento “El sistema alimentario en México. Oportunidades para el campo
mexicano en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible FAO”, considera
imprescindible emprender estrategias que promuevan el desarrollo de toda la
población, con especial atención al desarrollo de los niños, la población
indígena y los adultos mayores.
Menciona que el enfoque del sistema
alimentario permite identificar causas y soluciones a la pobreza y la
malnutrición, además de que hace explícito que las áreas rurales o semirurales
son las productoras, mientras que las ciudades pequeñas o grandes se vuelven
las consumidoras.
Indica que el instrumento más relevante es la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, cuyo propósito radica en coordinar los distintos organismos que operan en las zonas rurales, reducir duplicidades, dar consistencia a las intervenciones y crear sinergias entre instancias públicas y privadas.
El
Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía
Alimentaria resalta que las áreas rurales son las grandes productoras de
alimentos, mientras que las ciudades, sean pequeñas o grandes, se convierten en
las principales consumidoras. Se estima que alrededor del 70 por ciento de los
alimentos que consumen las familias mexicanas provienen de cuatro sitios
principales: mercados, tiendas de abarrotes, tiendas especializadas y
supermercados.
En el
centro del país las tiendas especializadas son más relevantes, mientras que en
el sur y en el oriente los mercados abiertos tienen mayor relevancia, en tanto
que en el norte los supermercados son quienes dominan.
La
transformación de las áreas rurales en los últimos años ha favorecido el
vínculo de sus habitantes con actividades de mayor valor agregado. En ese
sentido, la industria -en particular la agroindustria- y los servicios han
cobrado cada vez más relevancia como fuentes de empleo y de ingresos en las
áreas rurales.
“Tanto
en las áreas rurales como urbanas se observa la transición alimentaria y
nutricional, que acompañada por la migración interna, impulsa la existencia y
demanda de alimentos como carnes, lácteos, y productos procesados, y reduce
paulatinamente la participación del consumo de alimentos, tales como cereales,
leguminosas y verduras”, añade.
Subraya que el enfoque de sistemas alimentarios permite resaltar la participación de las mujeres en el ámbito productivo y laboral rural; sin embargo, las jefas de hogar en las zonas rurales son quienes reciben menos ingresos y son altamente dependientes de las trasferencias públicas, lo que las hace más vulnerables a la falta de empleo formal y activos productivos.Nota original:
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