NOTA PUBLICADA: AL MOMENTO.MX
Es necesario que los
Poderes Legislativo y Ejecutivo, y las organizaciones de la sociedad civil
evalúen el impacto de los gastos fiscales, que suelen ser cuantiosos en
relación con los presupuestos designados, y exijan a los gobiernos información
detallada sobre su ejercicio y resultados, de acuerdo a un comunicado de la
Cámara de Diputados.
Así lo establece el análisis “Los gastos fiscales en el sector
agropecuario” 2013-2018, del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural
Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA), al definirlos como un
instrumento eficaz para ofrecer incentivos tributarios a las personas y
empresas.
Estos mecanismos se aplican a través de exenciones, deducciones,
créditos por impuestos pagados o compensaciones, tasas impositivas preferentes
o la amortización acelerada de activos fijos, que reduce o aplaza el pago de
impuestos de un contribuyente.
Durante 2017, los gastos fiscales en México representaron el 3.9 por
ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y el 30 por ciento de la recaudación
tributaria, que ascendió al 13 por ciento del PIB ese año. “De ahí, la
importancia de lo que se deja de recaudar”.
La evaluación del CEDRSSA resalta que “los beneficios otorgados a
través de los gastos fiscales son necesarios para el funcionamiento del sector
agropecuario y se justifica su existencia por los efectos positivos que se
buscan en términos productivos, económicos y sociales”.
De 2013 a 2018, los incentivos fiscales en términos monetarios a la
actividad agropecuaria muestran una tendencia creciente a partir de 2016,
equivalente en promedio a 28 mil 501 millones de pesos anuales (mdp); los
mayores montos se registran en 2017 y 2018 con 41 mil 847 y 44 mil 121 mdp,
respectivamente.
Explica que el monto de recursos de los gastos fiscales se deben
considerar como complemento de los fondos presupuestales que anualmente aprueba
la Cámara de Diputados para el campo mexicano, a través del Programa Especial
Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC).
El diagnóstico del CEDRSSA apunta que los gobiernos aplican en sus
informes y análisis presupuestario un trato diferente a los gastos fiscales y
al gasto público, ya que los apoyos tributarios “no se sujetan a la aprobación
anual de los Congresos y, por lo tanto, están menos propensos a someterse a un
examen periódico de control y evaluación y son aplicables a cualquier ley
tributaria”.
Por ello, considera que existen algunos incentivos tributarios que no
sólo no cumplen los objetivos para los que se crearon, sino que distorsionan la
estructura del sistema recaudatorio y su correcto funcionamiento, y deben
revisarse o incluso eliminarse con el propósito de aumentar la captación de
impuestos.
Pese a que entre 2013 y 2017 la captación tributaria aumentó en más de
3.4 puntos del PIB, sigue siendo baja en relación con otros países de América
Latina y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Mediante la aplicación de exenciones, deducciones, tasas reducidas,
regímenes especiales y otros incentivos fiscales, el gobierno mexicano busca
lograr diversos objetivos, como atraer inversión extranjera directa, estimular
el ahorro, desarrollar regiones atrasadas, promover exportaciones,
industrializar, generar empleo, cuidar el medio ambiente, transferir
tecnología, diversificar la estructura económica y formar capital humano.
No obstante, el logro de estos objetivos es cuestionado y escasamente
evaluado. “Lo cierto es que estos gastos fiscales generan un sacrificio en la
recaudación tributaria, el cual resulta significativo, debido a la reducida
carga fiscal que registra nuestro país, frente a la creciente necesidad de
recursos para financiar el Presupuesto de Egresos de la Federación”, destaca el
análisis. Además, la OCDE sostiene que la captación de impuestos en México es
insuficiente para financiar la inversión pública en infraestructura que exige
nuestra economía, así como para cubrir las necesidades de educación, salud,
reducción de la pobreza, apoyo familiar y protección social.
El análisis refiere que de acuerdo con datos oficiales, los gastos
fiscales en México se han reducido en forma significativa, al pasar de 4.1 por
ciento del PIB en 2013 a 3.9 por ciento del PIB, previsto para 2018, por lo que
“todavía hay margen para eliminar algunos incentivos tributarios que pueden
considerarse ineficaces y ampliar la base de contribuyentes”.
Considera que sin otorgar las diversas
modalidades de gastos fiscales, la recaudación tributaria en México podría
alcanzar un nivel del 17 por ciento del PIB.